ANATOMÍA DEL HAMBRE
Jorge de León













Curaduría de Rodrigo Campuzano
Colección Zarur
Del 2 de febrero al 27 de abril de 2024
Fotos: Carlos Díaz Corona
Anatomía del hambre
Bajo el velo de la alegoría y una supuesta ficción es concebida la fábula, aquel género literario adoptado por innumerables culturas para interpretar la naturaleza humana y sus efectos en lo que conocemos como una sociedad. Dicha herramienta narrativa siempre se ha distinguido por su afilada crítica de carácter social que permanece oculta detrás de la moraleja, aquella lección sugerida entre líneas que busca ser interpretada de manera universal.
“Los animales se parecen tanto al hombre que a veces es imposible distinguirlos de éste”, esta frase célebre del sanguinario dictador congoleño Mobutu Sese Seko es el punto de partida de uno de los libros más célebres de Augusto Monterroso, un compendio de incisivas fábulas cuyo título “La oveja negra y demás fábulas” nos remite al exilio del autor en México, país que lo acogió y que indudablemente influyó en la creación de estas “micro ficciones” o relatos cortos caracterizados por un humor negro plagado de ironía.
A través de este espíritu narrativo donde la paradoja es capaz de adaptarse a cualquier contexto que busque cuestionar podemos adentrarnos en el cuerpo de obra concebido por Jorge de León (1976, Guatemala) para esta exposición titulada “Anatomía del Hambre”, un compendio de relatos que, más allá de adentrarse en lo personal, buscan conciliar un lenguaje universal en torno a los problemas que enfrentamos bajo una noción generalizada de la sociedad utilizando la “naturaleza humana” como una premisa para conectar distintas aproximaciones a una fábula contemporánea.
Al mezclar una alegoría con la supuesta verdad podemos encontrar escenarios que crean una narrativa fantástica dentro de nuestra cotidianidad, instantes donde la ficción supera a la realidad y nuestro instinto animal devora cualquier rastro de humanidad en el ser. En la ley de la selva todos somos animales, depredadores o presas de un sistema impuesto por la sociedad, una jerarquía donde los débiles son el pan de cada día para los buitres que nos acechan sin piedad. Detrás de la máscara del animal sólo existe la incertidumbre del ser pues no hay sentimiento más humano que aquel de reconocerse a partir de una bestia. El simbolismo juega un papel fundamental en el carácter de las distintas aproximaciones a la naturaleza humana que se ven reunidas en esta exposición, para descifrar la moraleja sugerida por cada una de las obras es necesario desapegarse de los márgenes impuestos por la civilización para adentrarse en las barbaries que se propagan a través del mundo bajo el sustento de la negligencia y su voracidad.
A pesar de que muchas de las críticas sugeridas por este cuerpo de obra pueden ser relacionadas con distintos contextos geopolíticos, muchas de las yuxtaposiciones aquí implementadas han sido influidas por la experiencia personal del artista al crecer dentro de los conflictos sociales que han caracterizado a su natal Guatemala y a Centro América en las últimas décadas. El paralelismo concebido en las distintas obras pretende ser más sugerido que implícito, si bien el autor puede insinuar una fuente es la cualidad atemporal de su discurso que nos permite relacionarnos de manera individual con el mensaje que busca manifestar.