Plataforma de coleccionismo de arte contemporáneo que nace de la hermandad. Detona, como fuerza catalizadora, un compromiso de transformación social a través de la colaboración, en una apuesta por generar sinergias desde lo local hacia lo global. A partir de un coleccionismo descentralizado, que dista de priorizar valoraciones económicas, busca fomentar el diálogo intergeneracional, el intercambio de visiones y el desarrollo cultural en su conjunto.
Diamantes, 2021. Iván Estrada.
La Perla, Guadalajara, Mx
Más allá de incorporar obras de arte
Texto por Jorge Zarur
Coleccionar es el debate personal y perpetuo contra una acumulación sin sentido dentro de un interés específico que termina por generar conexiones ideológicas, matéricas o incluso emocionales a través de los objetos que se van integrando a un acervo. Desde chicos todos comenzamos en algún momento a descifrarnos con algún tipo de coleccionismo y estos diálogos que nos brindan los objetos terminan por ser una bitácora de nuestro flujo humano. El coleccionista se vuelve un valioso banco de ideas, información e imágenes que narran el paso de algo que existió para impactarnos en cierto grado. No hay colecciones chicas o poco relevantes mientras tengan el corazón de la mano. Al iniciar no sabemos que somos coleccionistas formales, solamente vamos de modo inconsciente caminando entre lecturas, sitios y charlas. Nos equivocamos mucho en los primeros pasos, nadie empezó viendo cine con David Lynch o Chris Marker, vamos madurando, afinando los sentidos.
Antes de empezar formalmente Colección Zarur junto a mi hermano, sabía que había algo dentro de mí que necesitaba irse narrando con sustancia y es ahí en algún momento donde me topé con el arte en sus diversas formas. El arte me enseñó de historia, a percibirme en el espacio y el tiempo, a entender que todos tenemos una manera de pensar que suma a la charla. También me dijo que una visión cerrada al interactuar solo me haría soberbio y mi entendimiento sería un patrón radical perdiéndose de toda la miel que existe dentro de un mundo problemático que aparenta ya no tener solución.
Hoy en día la visión de la colección se percibe dentro de una Latinoamérica en desventaja histórica en muchos rubros con relación a los países que han escrito la historia universal, pero de ahí ha obtenido una gran fortaleza de contenido en sus diálogos que son de una vigencia muy relevante. Lamentablemente el dolor, la inequidad y la violencia han sido temas recurrentes y no podemos quitarlos del renglón, pues desde las artes hemos encontrado una manera pacífica de señalar todo esto que nos lastima. Es muy importante que no se borre esta historia, pues aún hay la esperanza que todo cambiará para nunca volver al sufrimiento colectivo y masificado que hoy nos atañe.
La percepción de la realidad en estos días se ha vuelto una ficción constante, las interpretaciones de la visualidad se vuelven muy dinámicas y diversas en medios matéricos o digitales incluso. Las voces que buscan las estéticas y los planteamientos que darán secuencia al recorrido pictórico hoy tienen un gran cuestionamiento hacia nuestro consumo de imagen. La integración de tiempos, cultura popular, tecnología y técnicas definen una humanidad en ciclos acelerados, pero a su vez con el reto de no estancarse bajo sus propios logros mediáticos en diversas plataformas. A principios del siglo pasado Ortega y Gasset hablaba sobre lo relevante de haber deshumanizado el arte, pues así entramos al disfrute conceptual e intelectual que dio gran diálogo a diversos grupos de ideas que necesitaban consolidar varias vanguardias. Hoy se vuelve de nuevo un reto el mantener la integridad y lo genuino en los desarrollos que existen bajo la observancia o ayuda de una tecnología que cada vez parece ser más inteligente o quizás con fines tan absurdos que culminen por extinguirlo todo.
Colección Zarur para mí va más allá del incorporar obras de arte, que sería el objetivo de cierta manera evidente en cualquier acervo, para mí, es más bien un diálogo entre personas. Nuestra generación hoy en día tiene una importante responsabilidad en crear diálogos creativos, pero a su vez con empatía en una diversidad necesaria que se relaciona de modo diferente al conservador de antaño que fue excluyente. La comunicación tiene que ser mucho más democrática y aterrizada para fomentar verdaderos intercambios humanos. La sustancia intelectual es muy relevante, pero no podemos quedarnos en lo descriptivo o teórico solamente. Hay que generar los cruces con mayor impacto y extraer lo mejor de nosotros para crear reflexiones mucho más completas de lo que buscamos como sociedad en el futuro. Solo así esta colección tendría algo de valor.