Masa solar es una exposición grupal que propone una aproximación al acervo artístico de la Colección Zarur a partir de explorar cómo se entrelazan las potencias (políticas) de la imaginación y las fuerzas (poéticas) inmateriales (a veces colisionando, a menudo orbitando unas con otras). 

Con la participación de 20 artistas, provenientes de diferentes disciplinas, generaciones y geografías, las obras indagan desafiando los legados de la modernidad colonial, transitando por los modos en que históricamente se ha dictado cómo sentir, actuar, recordar y pensar; algunas dilucidan sobre las epistemologías de la corporalidad en sus tensiones con la salud, la tecnología, y la economía; mientras otras tantas son en sí mismas retóricas de la materialidad. 

Si en la experiencia concreta del mundo el potencial imaginativo (a)parece atravesado por el pensamiento analítico y el régimen tecnocientífico, las prácticas artísticas que conjuntan la muestra —mediante estrategias técnico-conceptuales y una gama de materialidades, formas y figuras— ponen de manifiesto una serie de paradigmas que buscan recuperar un contacto entusiasta y sensorial, vital y sensible esbozando un mundo de posibles como su apuesta crítica. 

El sentido poético de cada representación, visualidad y práctica se encuentra en las conversaciones que generan y en las preguntas que plantean. En las estelas que a su trayectoria como cometas, dejan. Desde ese marco, Masa solar apela a la multiplicidad de lecturas, y a la capacidad de reinterpretar la sustancia material. En todo caso, en anudar las potencias de una imaginación materializante que cristaliza el tiempo presente. 

Imaginar es ensayar nuestra relación con los confines de lo que existe y de lo que no existe; lo que intuimos, de lo que tenemos conocimiento y de lo que desconocemos. Implica acortar la distancia entre lo posible y lo utópico; lo factible y lo inasequible; lo lejano y lo presente. Así, se cifra una experiencia singular capaz de abrir otras condiciones de subjetividad, en las que se marcan otros tonos para reinventarlo todo. Para Georges Didi-Huberman la imaginación es la primera de las facultades políticas, es nuestra Comuna, una capacidad de sublevación y una fuerza que hace contrapeso a los delirios del raciocinio y sus múltiples desvaríos.

La muestra adopta la noción de constelación como su modelo curatorial siguiendo la propuesta de Beatrice von Bismarck. La historiadora del arte alemana describe a la curaduría como una actividad intrínsecamente constelacional, caracterizada por unir elementos que no han sido previamente vinculados, y por su capacidad asociativa, contingente y dinámica para producir y establecer conexiones inusuales. Desde ahí que la exposición no ensaye una lectura retrospectiva, en cambio, encauce de manera dialógica una visión prospectiva de la Colección Zarur, acercando por primera vez una parte de su acervo a una mayor audiencia, de tal forma que los objetos y las relaciones que establecemos entre ellos producen formas específicas de imaginaciones en fuga.

Al igual que la masa solar forma parte de la fuerza gravitacional que mantiene a los planetas en su órbita, nuestros deseos, anhelos e intensidades son las fuerzas que nos mantienen en constante rotación y movimiento. Por ende, la masa solar aparece como una metáfora de las fuerzas imaginativas y de sus potencias críticas, incendiarias, materia ardiente en sí misma. Pulsión que nos acoge y nos moviliza, entre la gravedad que busca colapsar y la energía expandida.